La fe de la resurrección en la Iglesia Primitiva – Pastor David Jang

  1. El plan de salvación de Dios y la era del Espíritu Santo
    El plan de salvación que Dios ha otorgado a este mundo es un diseño grande y maravilloso que se extiende desde el comienzo de la historia de la humanidad. Desde la creación, cuando formó al hombre a Su imagen (Gn 1:26) e invitó a la humanidad a una comunión plena con Él, Dios no desechó a los seres humanos a pesar de su caída a causa del pecado, sino que preparó el camino para conducirlos a la salvación. El pastor David Jang ha enfatizado repetidamente este plan salvador de Dios, afirmando que es la fuerza motriz más grande que mueve la historia y la verdad esencial a la que la humanidad debe aferrarse en última instancia. Sobre todo, recalca constantemente que el hilo conductor que atraviesa toda la Biblia es “Dios, quien salva a la humanidad pecadora y desea tener comunión eterna con ella”, y destaca la actitud de fe correcta que los creyentes deben tener dentro de ese plan.

El pastor David Jang enseña que la historia de Dios que comienza en el Génesis, con la creación y el Jardín del Edén, puede resumirse en el gran esquema de “creación-caída-salvación-consumación”. Aunque Dios creó un mundo perfecto y dio libre albedrío al ser humano, la humanidad empezó a desviarse de la voluntad de Dios debido al pecado. Sin embargo, la promesa de salvación nunca se quebrantó, y Él escogió a Abraham y al pueblo de Israel para constituir un pueblo elegido, instrumento de salvación. La historia del pueblo de Israel es un microcosmos de la historia de la humanidad; en ella, la Ley de Dios y la obra de los profetas fueron un proceso de preparación para el Salvador venidero, Jesucristo. El pastor David Jang explica que incluso los fracasos y traiciones de Israel, llegando al punto de no recibir plenamente al Mesías y crucificarlo, forman parte del inmenso plan de salvación de Dios.

El punto culminante de ese plan de salvación es la venida de Jesucristo, su sacrificio vicario en la cruz y su resurrección. La cruz, el acontecimiento más asombroso de la historia de la humanidad, es el lugar donde la justicia y el amor de Dios se encuentran, constituyendo el evento decisivo de la salvación. El pastor David Jang subraya que “el ser humano no puede lograr su propia salvación con sus propias fuerzas” y recalca que, por esta razón, la obra expiatoria de Cristo es absoluta. Cuando Jesús derramó Su sangre en la cruz, se abrió el camino de la vida eterna para los pecadores, y mediante Su resurrección quedó anulado el poder de la muerte. Esto demuestra la esencia del evangelio: “el hombre solo puede ser justificado si reconoce plenamente que no puede salvarse a sí mismo y se aferra únicamente a la cruz de Jesucristo”.

El pastor David Jang también destaca en gran medida la nueva era que trae la resurrección, es decir, la era del Espíritu Santo. Luego de que Jesucristo resucitó y ascendió al cielo, la Iglesia recibió al Espíritu Santo prometido por Jesús. Este hecho se pone de manifiesto de manera notable en Hechos 2, con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, por la cual la Iglesia Primitiva recibió un nuevo poder y valentía. Antes de ello, los discípulos se habían ocultado temerosos tras la muerte de su Maestro, Jesús; pero al presenciar al Señor resucitado y recibir el Espíritu Santo, superaron todo temor y comenzaron a proclamar el evangelio con denuedo.

En el punto en que se unen la era de Jesucristo y la era del Espíritu Santo, cobra especial relevancia el nacimiento de la comunidad de la iglesia. Por medio del suceso del descenso del Espíritu Santo, los apóstoles, investidos de una autoridad espiritual completamente distinta a la de antes, comenzaron a bautizar a quienes se arrepentían y creían en Jesús, estableciendo así la iglesia. El pastor David Jang señala la importancia crucial de este inicio del libro de los Hechos en la historia de la fe. Dios ya no ejerce un control mediante la Ley o rituales, sino que otorga la seguridad de la salvación a todo aquel que cree en el nombre de Jesús y recibe el Espíritu Santo. Esa seguridad es, precisamente, la fe en la resurrección y la certeza de la salvación, además de la raíz del poder con el que la iglesia manifiesta el Reino de Dios en la tierra.

El hecho de que se haya inaugurado esta “era del Espíritu Santo” constituye el acontecimiento que restituye todas las posibilidades del ser humano. Al creer en la obra de Cristo y unirnos a Él, el Espíritu Santo nos libera del yugo del pecado y del peso del mundo, concediéndonos libertad. Cuando este poder transformador se hace evidente no solo a nivel personal sino también a través de la comunidad de la iglesia, se manifiesta una fuerza que el mundo no puede resistir. El pastor David Jang recalca que el secreto por el cual los creyentes de la Iglesia Primitiva pudieron compartir sus bienes, mantenerse firmes aun bajo persecución y proclamar el evangelio sin titubeos fue, únicamente, el poder del Espíritu Santo y la fe en la resurrección. Todo ello está contenido en el “plan de salvación de Dios” y representa el núcleo de la historia de la redención.

El pastor David Jang urge a la iglesia contemporánea a recobrar esta plenitud del Espíritu Santo. Cuando la iglesia enfrenta diversos problemas y conflictos en el mundo actual, es necesario preguntarnos si contamos con la misma fuerza, el mismo mensaje y la misma obra del Espíritu Santo que tenía la Iglesia Primitiva. La iglesia no es meramente un espacio que congrega a las personas para realizar actividades con diligencia, sino “el Cuerpo de Cristo” que, en esta era del Espíritu Santo, da testimonio de la resurrección. Cuando ese Cuerpo se llena del Espíritu Santo, el poder salvador que trajo la obra redentora y la resurrección de Jesucristo se anuncia a todos los rincones del mundo y se revela como un poder transformador del evangelio.

Además, la apertura de esta era del Espíritu Santo no concierne únicamente a la transformación individual. El pastor David Jang ha enfatizado en repetidas ocasiones que la obra del Espíritu Santo, junto con la restauración interior, conlleva el nacimiento y la prosperidad de la comunidad eclesial, extendiendo su influencia a la sociedad y la cultura en general. A lo largo de la historia, los momentos en que la iglesia ha desplegado la influencia más poderosa han coincidido siempre con una fuerte acción del Espíritu Santo, centrada en la Palabra y el arrepentimiento, y cimentada firmemente en la cruz y la resurrección de Jesucristo. Esa verdad sigue vigente hoy y constituye la tarea esencial que debemos recordar.

  1. Arrepentimiento y bautismo, y la fe de la resurrección
    En su exposición sobre el libro de los Hechos, el pastor David Jang reitera con frecuencia tres temas esenciales: el “arrepentimiento”, el “bautismo” y la “fe de la resurrección”. Estos temas se concentran especialmente en el primer sermón de Pedro que aparece en Hechos 2. Cuando las personas se dieron cuenta del pecado de haber entregado a la muerte a Jesús y clamaron desesperadas: “¿Qué haremos?” (Hch 2:37), Pedro les respondió: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch 2:38). Este es el orden central de la salvación y la enseñanza fundamental de la iglesia.

El pastor David Jang considera que el arrepentimiento es lo primero y más fundamental que debe ocurrir. El arrepentimiento no es solamente sentir remordimiento o remembranza de pecados pasados, sino el reconocimiento profundo ante Dios de que uno es pecador y la decisión de volverse completamente a los caminos de Dios, cambiando de dirección. El pastor David Jang señala que la pregunta frecuente “¿Qué es el arrepentimiento?” surge porque a menudo se lo concibe vagamente como “un proceso de llanto y aflicción para lavar los pecados”. Sin embargo, el arrepentimiento bíblico va más allá del llanto emocional o la autocompasión. Implica reconocer ante la cruz de Jesucristo que, sin Su sacrificio, la salvación es imposible, y abandonar la vida centrada en el yo para trasladar el señorío de nuestra vida a Cristo, lo que conlleva una decisión práctica.

El pastor David Jang explica también que la proclamación “arrepentíos” atraviesa tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. Los profetas del Antiguo Testamento clamaban “¡vuelvan a Dios!”, Juan el Bautista exclamó: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 3:2), y Jesús mismo inició Su ministerio público proclamando: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 4:17). Debemos considerar profundamente la razón de estas declaraciones. En definitiva, el arrepentimiento es el punto de partida de la salvación y la llave que abre la puerta del Reino de los Cielos. Así puede entenderse la exhortación de Pedro: “Arrepentíos, recibid el evangelio y recibid el Espíritu Santo”.

Tras el arrepentimiento, Pedro proclama el bautismo. El pastor David Jang resalta que la Iglesia Primitiva se estableció mediante el Espíritu Santo. Y el proceso de integrarse en esa comunidad se realiza a través del bautismo. Existe el bautismo en agua y el bautismo en el Espíritu, es decir, el acto externo con el agua y la experiencia interna de la presencia del Espíritu Santo. El bautismo en agua simboliza que nuestro viejo yo ha muerto juntamente con Cristo y que, así como Él resucitó a una vida nueva, nosotros también somos resucitados a esa nueva vida. Al mismo tiempo, el bautismo en el Espíritu significa confesar que, renacidos en Cristo, vivimos sometidos de manera plena a la guía y el poder del Espíritu Santo. Por lo tanto, el bautismo dentro de la comunidad eclesial no es una simple ceremonia religiosa o ritual de incorporación, sino el punto de partida en el que, junto con el arrepentimiento, el alma renacida “se une al Señor en un solo espíritu” (1 Co 6:17) y se convierte en un pueblo santo, apartado del mundo.

El siguiente tema importante es la “fe de la resurrección”. El pastor David Jang afirma en repetidas ocasiones que la fe de la resurrección es el núcleo de la fe que todo creyente debe abrazar. No basta con creer que Jesús murió en la cruz; debemos creer firmemente que Él quebrantó el poder de la muerte y resucitó. Es decir, debemos estar seguros de que el dominio de la muerte ha sido aniquilado completamente por medio de la cruz y la resurrección de Cristo, y esta certeza es la esencia de la identidad cristiana. Sin la resurrección, la fe cristiana sería solo una enseñanza elevada o un sistema de valores morales, y Jesús sería recordado únicamente como un “gran maestro o profeta”. Pero, al haber vencido a la muerte, Jesús cumplió Su promesa: “El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá; y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Jn 11:25-26).

El pastor David Jang declara: “Quienes poseen la fe de la resurrección no temen la muerte”. Esto se debe a que tienen la esperanza de la vida eterna, y saben con certeza que el fracaso, el sufrimiento o incluso la muerte terrenal no implican una derrota definitiva. Los apóstoles y los creyentes de la Iglesia Primitiva predicaron el evangelio con denuedo a pesar de la prisión, la persecución y la amenaza de martirio porque estaban anclados en la fe de la resurrección. Se mantenían firmes en un ámbito que el poder o la fuerza del mundo jamás podrían tocar, el ámbito del poder de la resurrección. El pastor David Jang aplica este principio también a los creyentes de hoy. Aunque experimentemos desmoronamientos, fracasos o dolores en nuestra vida, quienes poseen la fe de la resurrección obtienen la fuerza para levantarse al aferrarse a la esperanza de que “en el Señor, volveremos a recibir vida”.

Además, el pastor David Jang señala que la fe de la resurrección no se limita a la vida eterna tras la muerte. Es una invitación a experimentar el “poder de la resurrección” en nuestra vida cotidiana. Es decir, el poder de la gracia que nos hace revivir espiritualmente cuando estamos muertos, y nos otorga numerosos “renacimientos” y “milagros” a lo largo de la vida. Esto no se reduce a la restauración individual. Incluso la iglesia y la sociedad, la cultura en general, pueden sufrir múltiples fracasos y desalientos; sin embargo, la palabra “resurrección” encarna la fuerza que reactiva, una y otra vez, la verdad de que la omnipotente providencia y promesa de Dios no quedan invalidadas jamás.

El pastor David Jang recalca, por ende, que el arrepentimiento, el bautismo y la fe de la resurrección convergen en un único fluir. “El arrepentimiento nos conduce a la cruz de Jesucristo; el bautismo simboliza que el pecador muerto en la cruz ha renacido a la vida nueva; y la culminación de todo ello es la fe de la resurrección”. Esta fe de la resurrección no se reduce a un mero asentimiento doctrinal o un conocimiento intelectual, sino que opera como un poder que transforma nuestra vida de manera real, y solo entonces genera verdaderos frutos de salvación.

  1. La historia de la Iglesia Primitiva y la obra del pastor David Jang
    A partir de Hechos 2, vemos cómo la iglesia muestra de manera impactante cómo inicia y se expande el “Reino de Dios” en este mundo. A medida que se sumaban los que recibían la salvación por medio del arrepentimiento y el bautismo, la iglesia crecía rápidamente. Los creyentes compartían su vida, partían el pan y se dedicaban a la oración, viviendo como una comunidad distinta del mundo. El pastor David Jang señala que esta historia de la iglesia primitiva no es un mito del pasado ni una utopía, sino el “modelo original” que la iglesia de hoy debe anhelar. Ese modelo se erigió sobre la poderosa obra del Espíritu Santo, la cruz y la resurrección de Jesucristo.

Los miembros de la Iglesia Primitiva compartían sus bienes sin egoísmo y cuidaban a los pobres y a los enfermos (Hch 2:44-45). Esto iba más allá de realizar “buenas obras”; reflejaba la puesta en práctica, aquí en la tierra, del Reino de Dios por parte de quienes tenían fe en la resurrección. El mero acto de congregarse, escuchar la Palabra, adorar juntos y ponerlo todo en común era en sí mismo un testimonio del poder del evangelio y de la obra del Espíritu. Y día tras día se añadían más personas a la comunidad (Hch 2:47). Aun con la persecución y las amenazas de las autoridades, su audaz predicación del evangelio no se detuvo. El pastor David Jang enfatiza que, de la historia de la Iglesia Primitiva, podemos extraer referencias al enfrentar dificultades en la actualidad.

¿De dónde provenía esa extraordinaria vitalidad de la Iglesia Primitiva? Precisamente de la confluencia de arrepentimiento, bautismo, fe de la resurrección y plenitud del Espíritu Santo. Y lo que solidificaba aún más todo esto era la “confianza absoluta en el plan salvador de Dios”. A menudo nos quedamos atrapados en los problemas y conflictos visibles, reduciendo así nuestra perspectiva sobre la obra de Dios. Pero el pastor David Jang recalca constantemente que “Dios es el único soberano de la historia y lo que podemos hacer es en realidad muy limitado”. No obstante, cuando esa pequeña y humilde obediencia se une al poder del Espíritu Santo, el Reino de Dios se expande de una manera extraordinaria.

El espíritu de la Iglesia Primitiva, con su énfasis en la fe de la resurrección y la confianza en el plan de redención, se ve claramente reflejado en el ministerio del pastor David Jang. Mientras ha liderado la iglesia y llevado a cabo su predicación y labor editorial, el pastor David Jang ha proclamado incansablemente: “Lo esencial que debemos mantener es la cruz y la resurrección de Jesucristo, y la era del Espíritu Santo que comenzó con ellas”. También ha insistido en que la adoración y la vida comunitaria en la iglesia son una oportunidad de reencarnar el modelo de la Iglesia Primitiva que presenta Hechos 2. Por ello, recuerda continuamente que en la alabanza, la actividad pastoral o la labor misionera no se debe descuidar nunca la “esencia del evangelio”: la cruz y la resurrección de Jesucristo, el arrepentimiento y el bautismo, la presencia del Espíritu Santo, etc.

El pastor David Jang subraya repetidamente: “La misión de la iglesia consiste en que personas transformadas se unan para ser sal y luz en medio del mundo”. Y enfatiza que dicho cambio no puede producirse únicamente por esfuerzo humano o por programas, sino que depende de la manifestación real del Espíritu Santo. Así como en la Iglesia Primitiva, toda labor y actividad deben fundamentarse en la poderosa presencia y la sabiduría del Espíritu, así como en la fe de la resurrección, de lo contrario corremos el riesgo de limitarnos a criterios de gestión meramente mundanos.

Con esta perspectiva, el pastor David Jang ha trabajado por la restauración de la esencia de la iglesia y se ha esforzado por transmitir el evangelio como poder transformador de la vida, no como un mero conocimiento doctrinal. Ha desarrollado una variedad de ministerios, desde la adoración y la enseñanza de la Palabra, la formación de discípulos y el servicio a la comunidad local, hasta la misión mundial, siempre clamando: “Proclamemos el evangelio con valentía, como los apóstoles de la Iglesia Primitiva”. Enseña a los creyentes la importancia de un arrepentimiento profundo, el bautismo y la consolidación de la fe de la resurrección, al mismo tiempo que los anima a ser “testigos vivos” que reflejen el valor real del evangelio en la sociedad y en el mundo.

El pastor David Jang afirma que cuando se tiene clara la conciencia de que la iglesia es el Cuerpo de Cristo y de que nosotros somos sus miembros, se recuperan de forma natural la “comunitariedad” y el “sentido de misión”. Los creyentes son tanto una “comunidad de adoración” que rinde culto y comparte la comunión en la iglesia, como una “comunidad misionera” que es enviada al mundo para manifestar el evangelio de Cristo. Según explica el pastor David Jang, para ser verdaderamente iglesia, ambas dimensiones deben mantenerse en equilibrio. La adoración siempre debe hacerse según el espíritu de la Iglesia Primitiva, bajo la plenitud del Espíritu Santo. Y la misión debe ser la acción práctica de transmitir al mundo la gracia y el evangelio que hemos recibido. Este principio constituye la misión de la iglesia a lo largo de todo el libro de los Hechos y sigue aplicándose invariablemente a nosotros hoy.

Asimismo, el pastor David Jang enseña que la “victoria” de la iglesia en este mundo no implica prosperidad ni éxito según criterios seculares, sino la transformación real de las vidas por medio del evangelio, por la cual cada alma se arrepiente, recibe el bautismo y vive la fe de la resurrección. Los casos en que tres mil y cinco mil personas se convirtieron en la Iglesia Primitiva (Hch 2:41; 4:4) no fueron resultado de grandes habilidades humanas ni de técnicas sofisticadas, sino fruto de la conjunción de la presencia del Espíritu Santo y la proclamación de la Palabra. Por ello, el pastor David Jang anima a la iglesia de hoy a no obsesionarse con atraer multitudes, sino a concentrarse en la esencia de propiciar verdaderas conversiones y formar discípulos. “No podemos ignorar el mensaje central del evangelio ni basta con reunir mucha gente para expandir la comunidad”. Ensalzar la cruz y la resurrección de Jesucristo, promover el arrepentimiento genuino y la transformación de vida a través de la obra del Espíritu Santo: esta es la verdadera misión de la iglesia.

En definitiva, la visión y la orientación pastoral del pastor David Jang tienen sus raíces en el modelo de la Iglesia Primitiva que observamos en el libro de los Hechos. Se remite a los capítulos 1 y 2 de Hechos, que describen la venida del Espíritu Santo y el sermón de Pedro, así como la vida de la comunidad al final de ese capítulo, como el ideal para la iglesia de hoy. Destaca repetidamente los principios fundamentales de la Iglesia Primitiva: “la confianza en la soberanía absoluta de Dios, la fe en la resurrección, la plenitud del Espíritu y la comunión comunitaria”. Para que la iglesia se mantenga fiel a esos principios, explica que los líderes de la iglesia deben ser los primeros en arrepentirse y renacer, predicar con valentía por la fe de la resurrección y seguir la guía del Espíritu conforme a la Palabra.

El pastor David Jang pone como ejemplo la iglesia Pilgrim (o cualquiera de las comunidades que él lidera), asegurando que el hermoso templo e instalaciones que Dios ha provisto no son meros edificios materiales, sino que, para que se conviertan en verdadera bendición, en su interior debe manifestarse el poder de la fe de la resurrección. No importa tanto el tamaño o la apariencia externa de la iglesia, sino la naturaleza de la adoración y la Palabra, el arrepentimiento y la oración, y el fervor evangelístico que se promueve allí, todo ello alimentado por la plenitud del Espíritu Santo, convirtiendo ese lugar en una “comunidad del Espíritu” que vive la experiencia del Reino de Dios. Por ello, sigue alentando a los creyentes a prepararse para la adoración, a practicar el arrepentimiento real en su vida, a recibir bautismo y a experimentar al Espíritu Santo, haciendo de la fe de la resurrección la fuerza de cada día mediante el discipulado y la formación en la Palabra.

Cuando la iglesia experimenta intensamente la resurrección de Jesucristo y se mueve con ese poder, es capaz de mostrar al mundo valores y modos de vida completamente distintos. En Hechos 2:47 se menciona cómo la Iglesia Primitiva gozaba del favor del pueblo y cada día se añadían más creyentes, no gracias a sus recursos económicos ni a su poder político, sino por la obra del Espíritu Santo. Unidos en la fe, con la fuerza de la resurrección, sirvieron al prójimo y vivieron para difundir el evangelio. “Esa es la esencia misma de la iglesia”, recalca el pastor David Jang. La iglesia no es un lugar que se limite a presentar una ética o moral superior, sino la asamblea de testigos que han vivido y experimentado el poder de la cruz, la resurrección y el Espíritu Santo, poder que vence el pecado y la muerte.

El pastor David Jang también subraya el “movimiento del Espíritu que lleva el evangelio hasta los confines de la tierra” que recorre todo el libro de los Hechos. El proceso que describe Hechos 1:8, partiendo de la iglesia de Jerusalén para alcanzar Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra, no es casualidad, sino una expansión inevitable acorde al plan de salvación de Dios. En un principio, la evangelización se centró en los judíos, pero luego apareció Pablo como apóstol de los gentiles, y el evangelio se extendió a todo el mundo. Esto nos recuerda la “universalidad del evangelio” y la “urgencia de la misión”. El pastor David Jang insiste en que la iglesia de hoy reciba el mismo desafío: el evangelio no está limitado a un pueblo o una cultura en particular, sino que está abierto a todos, y la iglesia está llamada a proclamarlo hasta los confines de la tierra.

Por tanto, el libro de los Hechos describe cómo se forma y expande el Reino de Dios en este mundo, y el papel de los creyentes es obedecer el llamado del Espíritu con valentía. El pastor David Jang enseña estos principios enfatizando que la historia de la Iglesia Primitiva nos revela los valores esenciales que debe recuperar la iglesia actual. Y condensa esos valores en “el plan de salvación, el arrepentimiento y el bautismo, la fe de la resurrección y el poder del Espíritu Santo”.

Cuando la iglesia moderna se ve sometida a desafíos y crisis, el pastor David Jang invita una y otra vez a regresar al espíritu del libro de los Hechos. Su análisis es que “la iglesia ha dejado de ser iglesia cuando disminuyen la fe en el Dios todopoderoso y en la resurrección, y cuando se toman a la ligera el arrepentimiento y la experiencia con el Espíritu Santo”. Por lo tanto, la clave de la renovación de la iglesia es redescubrir el fervor de la Iglesia Primitiva, creer en la soberanía absoluta de Dios y el poder del Espíritu, y comprometerse a vivir con valentía la fe de la resurrección. Este camino permite que los creyentes no se sometan a los valores e influencias del mundo, sino que resplandezcan en medio de la oscuridad con luz y poder, superando la impotencia gracias a la fuerza del evangelio.

En conclusión, la labor y las enseñanzas del pastor David Jang se centran en revivir en la actualidad el espíritu de la Iglesia Primitiva que se describe en los Hechos, cuyo corazón es el plan de salvación de Dios, el arrepentimiento y el bautismo, la fe de la resurrección y el poder del Espíritu Santo. A través de estos pilares, él insta a la iglesia a retornar a la esencia del evangelio y a cumplir la “Gran Comisión Misionera” de llevar el mensaje de salvación a todo el mundo. Al final, lo que transforma a las personas no son el conocimiento, los sistemas o los programas, sino la acción real del Espíritu Santo y la fuerza de la fe en la resurrección que experimentó la Iglesia Primitiva. Las palabras de Pedro en Hechos 2, “Arrepentíos, bautizaos y recibid el Espíritu Santo”, recogen la invitación a la salvación que recorre toda la Biblia, cuyo centro es la cruz y la resurrección de Jesucristo. Cuando la vida de los cristianos está arraigada en esto, y cuando la iglesia se erige sobre ese cimiento, se convierte en una “iglesia viva” que actúa conforme a la voluntad de Dios, concluye el pastor David Jang.

En síntesis, la esencia de la Iglesia Primitiva y del evangelio que el pastor David Jang recalca es esta:
Primero, debemos reconocer plenamente que somos pecadores incapaces de salvarnos por nosotros mismos, y arrepentirnos con sinceridad.
Segundo, recibimos el perdón de nuestros pecados a través de la redención de la cruz de Jesucristo, y con el bautismo nos unimos a Él como nuevas criaturas.
Tercero, al recibir el Espíritu Santo, adquirimos la valentía y el poder de la fe de la resurrección para avanzar en este mundo.
Cuarto, siguiendo el ejemplo de la comunidad de la Iglesia Primitiva, hemos de amarnos y servirnos unos a otros, y vivir proclamando el evangelio.
Quinto, debemos creer que el plan de salvación de Dios se está realizando a escala universal y de toda la humanidad, y participar fielmente en ello hasta el fin.

El pastor David Jang transmite este mensaje por medio de sus múltiples sermones, libros, y a través de las labores pastorales y misioneras de su comunidad. Su ministerio esencial es precisamente “la restauración de la iglesia mediante el evangelio de la cruz y la fe de la resurrección, y a través del poder del Espíritu Santo”, en sintonía con el espíritu de la Iglesia Primitiva descrito en el libro de los Hechos. El pasaje bíblico “Jesús, entregado según el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hch 2:23) evidencia que nuestra salvación está cimentada por completo en la predestinación y el amor de Dios. Aunque la humanidad rechazó a Cristo y lo crucificó, Él venció a la muerte con Su resurrección y ahora edifica Su iglesia mediante el Espíritu Santo. El pastor David Jang afirma que esta asombrosa historia constituye la esencia de la iglesia y la verdad espiritual que debemos abrazar.

En última instancia, lo que el pastor David Jang subraya continuamente puede resumirse así:
Primero, el plan de salvación de Dios es cósmico y está abierto a toda nación y persona.
Segundo, el único camino para que la humanidad pecadora sea salva es la cruz y la resurrección de Jesucristo.
Tercero, el arrepentimiento, el bautismo y la experiencia del Espíritu Santo son indispensables para entrar en ese camino de salvación.
Cuarto, la fe de la resurrección es la fuente más poderosa para vivir sin temor y la esperanza suprema que trasciende la muerte.
Quinto, la iglesia es la comunidad de quienes tienen esta fe de la resurrección y, llenos del Espíritu Santo, son los testigos de la “nueva era” que transforma al mundo. Para concretarlo en la vida, debemos seguir el modelo de la Iglesia Primitiva, amándonos, sirviéndonos y cumpliendo la misión de llevar el evangelio a todas las naciones.

El meollo de la enseñanza en la serie sobre Hechos del pastor David Jang no es una doctrina compleja o difícil. Por el contrario, es muy simple y clara. El Antiguo y el Nuevo Testamento proclaman de forma coherente estas verdades: la caída y el pecado del hombre, el plan de salvación de Dios, la cruz y la resurrección de Jesucristo, el arrepentimiento y el bautismo, la presencia del Espíritu Santo, la comunidad de la iglesia y la misión. La Iglesia Primitiva vivió realmente esta esencia y la puso en práctica. Por consiguiente, la iglesia de hoy está llamada a experimentar de nuevo esta era del Espíritu, a vivir cotidianamente la fe de la resurrección y a salir al encuentro de las almas perdidas con valentía. Este es el propósito que persigue el pastor David Jang, y el mensaje definitivo que anhela transmitir a través de su exposición del libro de los Hechos.

Aun hoy, la iglesia debe continuar transitando ese camino. Aunque se cuente con lugares de culto fastuosos y multitud de asistentes, si se pierde la esencia que integra el plan redentor de Dios, el arrepentimiento, el bautismo, la fe de la resurrección y la plenitud del Espíritu Santo, la iglesia deja de ser realmente iglesia. Pero, aunque existan carencias e incluso persecución, si la iglesia se aferra a la cruz de Cristo, vive el arrepentimiento y el bautismo, experimenta al Espíritu Santo y edifica firmemente la fe de la resurrección, esa iglesia jamás fracasará. Ni siquiera el poder de la muerte podrá prevalecer contra ella, tal como lo atestigua la historia del cristianismo durante dos mil años desde la Iglesia Primitiva. En esto se basa la esperanza y la firmeza de la iglesia, y es la verdad que el pastor David Jang exhorta a conservar firmemente.

En última instancia, el pastor David Jang sostiene que “cuando se proclama la sangre derramada en la cruz y el poder de la resurrección, los mismos acontecimientos de la Iglesia Primitiva en los que se convirtieron tres mil personas en un solo día siguen siendo posibles hoy”. Esa historia primigenia se ha perpetuado a lo largo de la historia eclesiástica hasta nuestros días y continuará vigente hasta la venida de Jesucristo. Nuestra misión es integrarnos a ese flujo y armarnos de arrepentimiento y fe de la resurrección, impulsados por el Espíritu Santo, para predicar el evangelio y edificar una iglesia santa. Esto es la expansión del Reino de Dios, el avivamiento según el libro de los Hechos, y la razón de ser fundamental de la iglesia. El pastor David Jang enseña esta verdad a los creyentes, orando para que no sucumbamos a las circunstancias ni al espíritu de la época, sino que

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